¿Qué pasaría si existiera un dispositivo que pudiera saber cómo te sientes realmente, incluso cuando no lo expresas?
Los detalles del proyecto han sido publicados
en la reconocida revista científica Nano Letters y revelan un avance que
podría tener un impacto significativo en áreas como la salud mental, la
neurología, el deporte y más.
Un "dispositivo" que interpreta lo que no decimos
El dispositivo, que tiene la apariencia de una
pequeña pegatina extensible, puede adherirse al rostro o a otras partes del
cuerpo para recoger información fisiológica en tiempo real. Entre las señales
que detecta se encuentran la temperatura de la piel, la humedad, el ritmo
cardíaco y el nivel de oxígeno en sangre. Si bien esto podría recordar a los
relojes inteligentes actuales, este nuevo desarrollo va mucho más allá.
Gracias a algoritmos avanzados de inteligencia
artificial, este sensor puede identificar emociones como alegría, tristeza,
miedo, ira, asco y sorpresa. Es decir, puede distinguir los sentimientos
auténticos, incluso cuando la persona está fingiendo otra expresión.
Cómo se entrenó la inteligencia artificial para "leer" emociones
Para lograr esta capacidad, los científicos
realizaron pruebas con ocho participantes que representaron intencionadamente
seis expresiones faciales básicas, repitiéndolas 100 veces cada una. Mientras
lo hacían, el dispositivo analizaba los micro movimientos del rostro y las
reacciones fisiológicas, permitiendo al sistema aprender a identificar patrones
emocionales.
Tecnología avanzada, materiales flexibles y precisión
El sensor está construido con una arquitectura
electrónica diseñada para evitar interferencias entre señales. Para lograrlo,
se emplearon metales como oro y platino, moldeados en finas capas onduladas que
se adaptan al movimiento sin perder precisión.
Este enfoque permite que el dispositivo
mantenga un alto nivel de sensibilidad incluso cuando se dobla o estira, algo
clave para garantizar mediciones fiables durante el uso diario.
¿Por qué esta tecnología es tan importante?
Muchas personas que sufren trastornos
emocionales o psicológicos no siempre logran expresar lo que realmente sienten.
Este dispositivo podría convertirse en una herramienta revolucionaria para
terapeutas, psicólogos y otros profesionales de la salud, ya que permite
detectar señales que hasta ahora eran invisibles.
Además de mejorar la detección y tratamiento
de problemas emocionales, el sensor podría usarse en el seguimiento de
enfermedades neurodegenerativas, la identificación temprana de sobredosis de
opioides, la atención a pacientes con demencia o autismo, e incluso en la
optimización del rendimiento deportivo.
Una ventana a las emociones del futuro
En una era en la que la tecnología se integra
cada vez más con el cuerpo humano, este tipo de avances abre la puerta a nuevas
formas de conexión entre mente, cuerpo y datos. No solo podríamos comprender
mejor nuestras propias emociones, sino también crear sistemas de salud más
empáticos, precisos y personalizados.